El festival volvió al sur, al abrazo cálido del Huila, donde el río y la danza siempre han caminado juntos.
Delegaciones de Funza, Bogotá, Barranquilla, Cartagena, Ibagué, Neiva, Armenia, Santa Marta y Tocancipá se encontraron en los escenarios de la Asamblea Departamental para celebrar la continuidad de un sueño colectivo.
Bajo la coordinación de César Monroy, Mario Monroy y Tania Peñafiel, esta edición reafirmó el espíritu que ha guiado la Red por más de dos décadas: la danza como lenguaje del alma, el escenario como espacio de encuentro y la infancia como fuente inagotable de creación.
El Huila, que ha sido cuna y testigo del festival, volvió a recibir los pasos de los niños con orgullo y emoción.
Fue una versión que miró hacia adelante: una nueva etapa donde los principios escénicos —la imitación, la lúdica, el gesto animal y la fantasía— se consolidan como herencia viva y herramienta para seguir soñando el país que danza.
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Versiones del Festival Los Niños de Colombia Bailan
20° LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
El 2022 fue un año de ausencia y de espera.
Por primera vez en dos décadas, los tambores callaron y los escenarios quedaron vacíos: la danza no se detuvo por falta de amor, sino por falta de recursos.
Sin embargo, en ese silencio latía el eco de todo lo vivido; los maestros y niños siguieron soñando, ensayando en la memoria, sosteniendo con esperanza el espíritu del festival.
Fue un tiempo de introspección y resistencia, un recordatorio de que los proyectos culturales no solo necesitan voluntad, sino apoyo y reconocimiento.
Esa pausa no fue un final, sino un respiro profundo antes del renacer: el momento en que la Red volvió a mirarse y a prepararse para celebrar veinte años de camino compartido.
19° LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
El país entero se volvió escenario y cada casa, una pequeña pista de baile. En esta versión, transmitida desde los lugares de origen, los niños y maestros de Bogotá, Tunja, Tocancipá, Funza, Chía, Sesquilé, Facatativá, Neiva, Pitalito, Ibagué, Cartagena, Barranquilla, Cali, Medellín, Armenia, Villavicencio, Orocue, Soatá y Gamarra dieron vida a una celebración colectiva que desbordó las fronteras del formato presencial.
Las cámaras sustituyeron los teatros, pero no la emoción: cada video fue una ventana abierta al corazón de la danza infantil colombiana.
Participaron más de treinta grupos, cada uno testimonio de amor, disciplina y fantasía, confirmando que la Red no es solo un festival, sino una comunidad que aprende, crea y sueña unida.
Fue una edición luminosa, tejida con hilos digitales pero con el alma viva del folclor: una constelación de niños que, desde sus territorios, recordaron al país que la danza también puede resistir, reinventarse y florecer a la distancia.
18° LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
El mundo se detuvo, pero la danza encontró otros caminos. En medio de la distancia, los maestros y niños de Atlántico, Bogotá, Cartagena, Tolima, Cundinamarca y Huila se reunieron de manera virtual para reflexionar sobre el sentido profundo de la creación infantil.
Las pantallas se volvieron escenarios, las casas, pequeños teatros, y la palabra se hizo danza.
El foro “Que los Niños no Bailen como Adultos” fue un acto de resistencia y de ternura: una conversación nacional sobre el cuerpo, el juego y la autenticidad.
Ese año no hubo aplausos en auditorios, pero sí una enorme ovación simbólica a la niñez, al arte y a la imaginación que mantiene vivo el movimiento.
17° LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
En el corazón del Huila y la inmensidad de la capital, la Red celebró una de sus ediciones más emotivas. Delegaciones del Atlántico, Bogotá, Cartagena, Cundinamarca, Huila y Tolima se encontraron para honrar dos décadas de camino compartido.
Neiva abrió sus escenarios —la Concha Acústica Jorge Villamil y las escuelas del municipio— mientras Bogotá acogió la gala final en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.
El bambuco, el mapalé, el porro y la guabina se entrelazaron como lenguajes de un mismo país que baila en pareja y en armonía.
Fue una versión de gratitud y memoria, donde los niños y maestros reafirmaron que el arte crece cuando se comparte, y que la danza infantil es una forma de esperanza colectiva.
16° LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
El festival se transformó en espectáculo y su voz resonó más allá de las fronteras. Desde las tierras del Atlántico, Bogotá, Cartagena, Cundinamarca, Huila y Tolima, las delegaciones colombianas viajaron a Lima para compartir escena con los niños del Perú, antes de regresar al abrazo de Medellín.
Entre el Auditorio Coori Wasi y el Teatro Lido, los cuerpos danzaron historias de dos países hermanos, unidos por la emoción del movimiento y la belleza del gesto sincero.
Fue una versión de madurez artística: los niños ya no solo representaban, sino que creaban escenas, personajes y símbolos, explorando la teatralidad y la fantasía como nuevas formas de decir.
El festival nacía de nuevo, con un lenguaje más escénico, más poético, más propio.
15° FESTIVAL LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
México volvió a recibir a la Red con los brazos abiertos y los sones del golfo. Delegaciones de Atlántico, Bogotá, Cartagena, Cundinamarca, Huila, Tolima y Boyacá danzaron junto a artistas mexicanos en una sinfonía de acentos y colores.
Los escenarios de Xalapa, Veracruz e Ixtapaluca se llenaron de movimientos que evocaban los ríos, las sierras y los vientos del Caribe y los Andes.
Fue una versión madura, donde los niños ya no solo imitaban, sino que creaban desde su propia voz escénica: inventaban gestos, jugaban con la fantasía y transformaban el folclor en poesía corporal.
La Red se afirmaba como un organismo vivo que aprendía de cada país, de cada niño y de cada danza.
14° FESTIVAL LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
Entre las montañas del Tolima y los verdes de Costa Rica, el festival floreció como un canto a la naturaleza y a la infancia. Participaron delegaciones de Barranquilla, Bogotá, Cartagena, Cundinamarca, Huila y Tolima, unidas por la vocación de enseñar y crear desde la inocencia del movimiento.
Los parques municipales, escuelas y teatros se llenaron de aplausos y asombro ante los niños que bailaban como si descubrieran el mundo por primera vez.
El encuentro con Costa Rica abrió nuevos caminos para el intercambio artístico latinoamericano, reafirmando el ideal de una danza infantil libre, sincera y expresiva.
Allí, la lúdica se volvió eje creativo y el escenario, un territorio de sueños compartidos.
13° FESTIVAL LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
El mar Caribe y la cordillera andina fueron los dos horizontes de esta versión que unió a Colombia y Chile en un mismo latido.
Delegaciones de Barranquilla, Bogotá, Cartagena, Cundinamarca, Huila, Tolima y Valle llevaron la alegría del Caribe y la hondura de los Andes hasta los teatros y plazas de Cartagena y Santiago.
En cada escenario, la danza infantil se transformó en puente: los niños colombianos compartieron con sus pares chilenos no solo pasos, sino historias, risas y asombros.
Fue una edición que celebró la capacidad de la danza para borrar distancias, hacer visible la ternura y exaltar la fuerza del juego.
En el calor del trópico y el aire frío del sur, la Red aprendió que la imaginación también tiene pasaporte.
12° FESTIVAL LOS NIÑOS DE COLOMBIA BAILAN
El festival cruzó fronteras y llegó al corazón de México, donde los colores y acentos se mezclaron en un solo abrazo.
Delegaciones de Atlántico, Bogotá, Cundinamarca, Huila, Meta, Tolima y Quindío, junto a los anfitriones mexicanos, hicieron de los escenarios de Naucalpan y Toluca un territorio de hermandad continental.
La alegría de los niños colombianos se encontró con la hospitalidad mexicana en un intercambio de ritmos, juegos y aprendizajes.
Fue una versión de expansión y apertura, en la que la Red reafirmó su vocación de diálogo y su fe en la danza como un idioma sin fronteras.
Los principios escénicos comenzaron a volar alto: la lúdica se hizo puente, y la fantasía, lenguaje común.
